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  • Sostén el noble combate de la fe, conquista la vida eterna, para la cual fuiste llamado y de la que hiciste hermosa confesión ante muchos testigos. (I Timoteo 6, 12)

  • Todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que tenemos en Cristo Jesús y la gloria eterna. (II Timoteo 2, 10)

  • basada en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no puede mentir, prometió esa vida desde la eternidad; (Tito 1, 2)

  • a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos de la vida eterna, tal y como lo esperamos. (Tito 3, 7)

  • así alcanzó la perfección y se convirtió para todos aquellos que le obedecen en principio de salvación eterna, (Hebreos 5, 9)

  • y entró de una vez para siempre en el santuario, no con sangre de machos cabríos y de becerros, sino con su propia sangre, adquiriéndonos una liberación eterna. (Hebreos 9, 12)

  • Por eso es el mediador de una nueva alianza, a fin de que, consiguiendo con su muerte el perdón de los delitos cometidos en el tiempo de la primera alianza, aquellos que son llamados reciban la herencia eterna prometida. (Hebreos 9, 15)

  • El Dios de la paz, que por la sangre de la alianza eterna resucitó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesucristo, (Hebreos 13, 20)

  • como quienes han nacido de nuevo y no de una semilla corruptible sino incorruptible la palabra viva y eterna de Dios; (I Pedro 1, 23)

  • El Dios de toda gracia que os llamó en Cristo a su eterna gloria, él mismo os perfeccionará después de un breve padecer, os confirmará, os fortalecerá y os consolidará. (I Pedro 5, 10)

  • pues la vida se ha manifestado, la hemos visto, damos testimonio de ella y os anunciamos la vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos ha manifestado; (I Juan 1, 2)

  • Ésta es la promesa que él mismo os ha hecho: La vida eterna. (I Juan 2, 25)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina