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  • si sufrimos con él, también reinaremos con él; si le negamos, él nos negará a nosotros; (II Timoteo 2, 12)

  • En una casa grande no sólo hay vajillas de oro y plata, sino también de madera y barro. Unos utensilios son para usos nobles, y otros para usos vulgares. (II Timoteo 2, 20)

  • Lo mismo que Janes y Jambrés se opusieron a Moisés, así también éstos se oponen a la verdad, hombres de mente corrompida, pervertidos en cuanto a la fe. (II Timoteo 3, 8)

  • sólo me queda recibir la corona merecida, que en el último día me dará el Señor, justo juez; y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su venida. (II Timoteo 4, 8)

  • Cuando vengas, tráeme el capote que me dejé en Tróade, en casa de Carpo; tráeme también los libros, sobre todo los pergaminos. (II Timoteo 4, 13)

  • Nosotros también en otro tiempo fuimos unos locos, desobedientes, descarriados, esclavos de toda clase de concupiscencias y placeres, malos y envidiosos, odiados de todos y odiándonos mutuamente unos a otros. (Tito 3, 3)

  • en estos días, que son los últimos, nos ha hablado por el Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas, por quien hizo también el universo. (Hebreos 1, 2)

  • Pues de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también él participó de modo parecido, para reducir a la impotencia mediante la muerte a aquel que tiene el imperio de la muerte, es decir, al diablo, (Hebreos 2, 14)

  • Porque también nosotros, como ellos, hemos recibido la buena nueva; pero a ellos no les aprovechó la palabra que habían oído, porque al escucharla no se unieron a ella por la fe. (Hebreos 4, 2)

  • pues aquel que entre en el reposo de Dios, descansará también él de sus obras, como Dios de las suyas. (Hebreos 4, 10)

  • siendo capaz de mostrarse comprensivo con los ignorantes y extraviados, ya que también él está rodeado de debilidad; (Hebreos 5, 2)

  • Así también Cristo no se atribuyó la gloria de constituirse sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. (Hebreos 5, 5)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina