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  • Ama al Señor, tu Dios, y cumple siempre lo que te ha ordenado: sus leyes, sus preceptos, sus mandamientos. (Deuteronomio 11, 1)

  • Si guardáis y ponéis por obra todos los mandamientos que yo os doy, amando a vuestro Dios y siguiendo siempre sus caminos sin apartaros de él, (Deuteronomio 11, 22)

  • Siempre que quieras podrás matar animales y comer su carne en todas tus ciudades, en la medida que te haya bendecido el Señor, tu Dios; y podrán comerla el puro y el impuro, como si se tratase de la gacela o del ciervo. (Deuteronomio 12, 15)

  • Escucha y cumple todas estas prescripciones que te doy, para que seas feliz siempre tú y tus hijos después de ti, haciendo lo que es justo a los ojos del Señor, tu Dios. (Deuteronomio 12, 28)

  • entonces, tomando un punzón, le harás un agujero en la oreja a la puerta y será esclavo tuyo para siempre. Si se trata de una esclava, harás lo mismo. (Deuteronomio 15, 17)

  • la llevarán junto a un arroyo que siempre lleve agua, un lugar que nunca haya sido labrado ni sembrado, y allí la degollarán. (Deuteronomio 21, 4)

  • ni el amonita, ni el moabita, ni sus descendientes, aun de la décima generación, y esto para siempre, (Deuteronomio 23, 4)

  • El Señor te pondrá a la cabeza y no a la cola, estarás siempre arriba y nunca abajo, si escuchas sus mandamientos que yo te prescribo hoy y los pones en práctica (Deuteronomio 28, 13)

  • de suerte que en pleno día andarás a tientas, como anda el ciego en las tinieblas, y no tendrás éxito en ninguna de tus empresas, sino que te verás siempre oprimido y despojado, sin que nadie te socorra. (Deuteronomio 28, 29)

  • Un pueblo desconocido para ti comerá las cosechas de tu tierra y el fruto de todas tus fatigas, mientras tú serás siempre oprimido y aplastado. (Deuteronomio 28, 33)

  • Estas cosas serán señal y prodigio contra ti y tu descendencia para siempre. (Deuteronomio 28, 46)

  • Tu vida estará siempre en peligro, estarás amedrentado día y noche y no tendrás seguridad. (Deuteronomio 28, 66)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina