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Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo cojo. Tenía cinco años cuando llegó de Yezrael la noticia sobre Saúl y Jonatán. Su nodriza le tomó para huir con él, pero en la precipitación de la fuga cayó y quedó cojo. Se llamaba Meribaal. (II Samuel 4, 4)
Llevaron la cabeza de Isbaal a David, a Hebrón, y dijeron al rey: "Aquí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, que buscaba tu ruina. El Señor ha vengado hoy a mi señor, el rey, de Saúl y de su descendencia". (II Samuel 4, 8)
que si al que me anunció la muerte de Saúl creyendo que me daba una buena noticia, yo lo agarré y lo maté en Sicelag en lugar de darle una recompensa, (II Samuel 4, 10)
Ya antes, cuando todavía reinaba Saúl, eras tú el que mandaba el ejército de Israel. El Señor te había dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, serás el jefe de mi pueblo Israel". (II Samuel 5, 2)
Cuando el arca del Señor llegó a la ciudad de David, Mical, hija de Saúl, estaba mirando por la ventana y, al ver al rey David saltando y bailando, lo despreció en su corazón. (II Samuel 6, 16)
Cuando David volvió a su casa para bendecirla, Mical, hija de Saúl, le salió al encuentro y le dijo: "¡Qué bien ha quedado hoy el rey de Israel desnudándose ante la vista de las criadas de sus servidores, como lo haría un hombre cualquiera!". (II Samuel 6, 20)
Y Mical, hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte. (II Samuel 6, 23)
Pero no le retiraré mi favor, como se lo retiré a Saúl, a quien rechacé de mi presencia. (II Samuel 7, 15)
David preguntó: "¿Queda algún superviviente de la casa de Saúl a quien pueda yo favorecer por amor a Jonatán?". (II Samuel 9, 1)
Había un siervo de la casa de Saúl, llamado Sibá. Lo mandaron venir, y el rey le dijo: "¿Tú eres Sibá?". Él respondió: "Para servirte". (II Samuel 9, 2)
El rey le preguntó: "¿Queda alguno de la casa de Saúl a quien yo pueda favorecer en nombre de Dios?". Sibá respondió: "Todavía queda un hijo de Jonatán, que está lisiado de ambos pies". (II Samuel 9, 3)
Cuando Meribaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, llegó junto a David, se postró en tierra. David dijo: "¡Meribaal!". Y él respondió: "Aquí tienes a tu siervo". (II Samuel 9, 6)