Trouvé 504 Résultats pour: Muerte de Agag

  • El agua desborda de los cubos, sus sembrados son abundantemente regados. Su rey es más fuerte que Agag, su reino crece en poderío. (Números 24, 7)

  • Pero si lo ha herido con un objeto de hierro y se sigue la muerte, es homicida, y el homicida debe morir. (Números 35, 16)

  • Si lo hirió con una piedra capaz de causar la muerte, y la muerte se sigue, es homicida, y el homicida será castigado con la muerte. (Números 35, 17)

  • Si lo hirió con un palo capaz de producirle la muerte, y la muerte se sigue, es un homicida, y el homicida será castigado con la muerte. (Números 35, 18)

  • Si lo derribó por odio o arrojó alguna cosa contra él intencionadamente, y se sigue la muerte; (Números 35, 20)

  • o si por enemistad lo golpea a puñetazos y se sigue la muerte, el culpable debe morir. Es un homicida, y el vengador de sangre lo matará cuando lo encuentre. (Números 35, 21)

  • si le tira una piedra capaz de producirle la muerte, sin verlo, y la muerte se sigue, sin que fuera su enemigo ni quisiera hacerle daño alguno, (Números 35, 23)

  • salvando al homicida de las manos del vengador de sangre; lo volverá a la ciudad de refugio donde había huido, y allí se quedará hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo santo. (Números 35, 25)

  • porque el homicida debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Solamente después de la muerte del sumo sacerdote podrá volver a la tierra donde tiene su heredad. (Números 35, 28)

  • En casos de homicidio se condenará a muerte al homicida después que hayan declarado los testigos; pero el testimonio de un solo testigo no basta para condenar a muerte a una persona. (Números 35, 30)

  • No aceptaréis rescate por la vida de un homicida reo de muerte: debe morir. (Números 35, 31)

  • Tampoco aceptaréis rescate para dejar salir al refugiado de su ciudad de refugio y que habite en su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. (Números 35, 32)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina