Trouvé 427 Résultats pour: Genealogía de los sacerdotes

  • Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que él tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos del pueblo, de los sumos sacerdotes y de los maestros de la ley, ser matado y resucitar al tercer día. (Mateo 16, 21)

  • "Mirad, vamos a Jerusalén, y el hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los maestros de la ley; lo condenarán a muerte, (Mateo 20, 18)

  • Pero los sumos sacerdotes y los maestros de la ley, al ver las maravillas que hacía y a los niños que gritaban en el templo "¡Viva el hijo de David!", se indignaron y le dijeron: (Mateo 21, 15)

  • Entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron: "¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado esa autoridad?". (Mateo 21, 23)

  • Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos (Mateo 21, 45)

  • Entonces se reunieron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del sumo sacerdote, llamado Caifás, (Mateo 26, 3)

  • Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los sumos sacerdotes (Mateo 26, 14)

  • Aún estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los doce, y con él un gran tropel de gente con espadas y palos, enviados por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. (Mateo 26, 47)

  • Los sumos sacerdotes y el tribunal supremo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarle a muerte. (Mateo 26, 59)

  • Al amanecer, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo decidieron condenar a muerte a Jesús. (Mateo 27, 1)

  • Judas, el traidor, al ver que Jesús había sido condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: (Mateo 27, 3)

  • Los sumos sacerdotes recogieron las monedas de plata y dijeron: "No es lícito echarlas en el tesoro del templo, porque son precio de sangre". (Mateo 27, 6)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina