Trouvé 79 Résultats pour: vivo

  • ¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido? (Deuteronomio 4, 33)

  • Pues, ¿qué hombre ha oído como nosotros la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y ha sobrevivido? (Deuteronomio 5, 26)

  • Porque conozco tu rebeldía y tu dura cerviz. Si hoy, que vivo todavía entre vosotros, sois rebeldes a Yahveh, ¡cuánto más lo seréis después de mi muerte!» (Deuteronomio 31, 27)

  • Sí, yo alzo al cielo mi mano, y digo: Tan cierto como que vivo eternamente, (Deuteronomio 32, 40)

  • Y dijo Josué: «En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que arrojará ciertamente de delante de vosotros al cananeo, al hitita, al jivita, al perizita, al guirgasita, al amorreo y al jebuseo. (Josué 3, 10)

  • Pero al rey de Ay lo prendieron vivo y lo condujeron ante Josué. (Josué 8, 23)

  • Yahveh los entregó en manos de Israel, que los batió y persiguió por occidente hasta Sidón la Grande y hasta Misrefot y, por oriente, hasta el valle de Mispá. Los batió hasta que no quedó ni uno vivo. (Josué 11, 8)

  • Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo a filo de espada en cumplimiento del anatema. (I Samuel 15, 8)

  • Preguntó, pues, David a los hombres que estaban a su lado: «¿Qué se hará al hombre que mate a ese filisteo y aparte la afrenta de Israel? Pues ¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes de Dios vivo?» (I Samuel 17, 26)

  • Tu siervo ha dado muerte al león y al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las huestes de Dios vivo.» (I Samuel 17, 36)

  • Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo la bondad de Yahveh y, si muerto, (I Samuel 20, 14)

  • Respondió Joab: «No voy a estarme mirando tu cara.» Y tomando tres dardos en su mano los clavó en el corazón de Absalón, que estaba todavía vivo en medio de la encina. (II Samuel 18, 14)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina