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dijo: «¡Maldito sea Canaán! ¡Siervo de siervos sea para sus hermanos!» (Génesis 9, 25)
Hijos de Yaván: Elisá, Tarsis, los Kittim y los Dodanim. (Génesis 10, 4)
Canaán engendró a Sidón, su primogénito, y a Het, (Génesis 10, 15)
al jebuseo, al amorreo, al guirgasita, (Génesis 10, 16)
al jivita, al arqueo, al sineo, (Génesis 10, 17)
La frontera de los cananeos iba desde Sidón, en dirección de Guerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Admá y Seboyim, hasta Lesa. (Génesis 10, 19)
Su asiento se extendió desde Mesá, en dirección a Sefar, al monte del oriente. (Génesis 10, 30)
Entonces se dijeron el uno al otro: «Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego.» Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa. (Génesis 11, 3)
Después dijeron: «Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra.» (Génesis 11, 4)
y dijo Yahveh: «He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. (Génesis 11, 6)
Saray era estéril, sin hijos. (Génesis 11, 30)
y Abram atravesó el país hasta el lugar sagrado de Siquem, hasta la encina de Moré. Por entonces estaban los cananeos en el país. (Génesis 12, 6)
