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Después Moisés dijo a Aarón: «Acércate al altar, ofrece tu sacrificio por el pecado y tu holocausto, y haz la expiación por ti mismo y por tu casa; presenta también la ofrenda del pueblo y haz la expiación por ellos, como Yahveh lo ha prescrito.» (Levítico 9, 7)
Después inmoló la víctima del holocausto y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, que derramó sobre todos los lados del altar. (Levítico 9, 12)
Después presentó la ofrenda del pueblo: tomó el macho cabrío correspondiente al sacrificio por el pecado del pueblo, lo inmoló y lo sacrificó como el primero. (Levítico 9, 15)
Entonces Aarón, alzando las manos hacia el pueblo, lo bendijo; después de haber acabado el sacrificio por el pecado, el holocausto y el sacrificio de comunión, descendió. (Levítico 9, 22)
Pero si después que el sacerdote le ha examinado y declarado puro, sigue la erupción extendiéndose por la piel, se presentará de nuevo al sacerdote. (Levítico 13, 7)
Pero si la tiña, después de la purificación, se extiende mucho por la piel, (Levítico 13, 35)
Si el sacerdote ve que la mancha, después de haber sido lavada, no ha mudado de aspecto, aunque la mancha no se haya extendido, el objeto es impuro; lo entregarás al fuego: es una infección por la cara y el envés. (Levítico 13, 55)
Pero si el sacerdote ve que la parte manchada, después de lavada, ha perdido color, la rasgará del vestido, del cuero, del tejido o del cobertor. (Levítico 13, 56)
En cuanto al vestido, tejido, cobertor o el objeto de cuero, que después de ser lavado pierdan la mancha, serán lavados por segunda vez y quedarán puros. (Levítico 13, 58)
Después mandará inmolar uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua viva. (Levítico 14, 5)
El que se purifica lavará sus vestidos, se afeitará todo su pelo, se bañará en agua, y quedará limpio. Después podrá entrar en el campamento; pero durante siete días ha de habitar fuera de su tienda. (Levítico 14, 8)
Después el sacerdote tomará sangre de la víctima de reparación y mojará el lóbulo de la oreja derecha del que se está purificando, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. (Levítico 14, 14)