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¡Queden avergonzados y confusos los que buscan mi vida! ¡Atrás!, sean confundidos los que desean mi mal, (Salmos 70, 3)
¡Sean avergonzados y aterrados para siempre, queden confusos y perezcan, (Salmos 83, 18)
«¡Sean pocos sus días, que otro ocupe su cargo; (Salmos 109, 8)
«¡Anden sus hijos errantes, mendigando, y sean expulsados de sus ruinas; (Salmos 109, 10)
¡Maldigan ellos, pero tú bendice, los que me atacan sean confundidos y tu siervo se alegre! (Salmos 109, 28)
Tú tus ordenanzas promulgaste, para que sean guardadas cabalmente. (Salmos 119, 4)
Sean confundidos los soberbios que me afligen con mentira, yo en tus ordenanzas medito. (Salmos 119, 78)
¡Sean avergonzados, retrocedan todos los que odian a Sión; (Salmos 129, 5)
sean como la hierba de los techos que se seca antes de arrancarla! (Salmos 129, 6)
Sean nuestros hijos como plantas florecientes en su juventud, nuestras hijas como columnas angulares, esculpidas como las de un palacio; (Salmos 144, 12)
Les escribiré también yo con ofrecimientos de dignidades y riquezas para que sean auxiliares míos.» (I Macabeos 10, 24)
Todas las fiestas, los sábados y los novilunios y, además del día fijado, los tres días que las preceden y los tres que las siguen, sean todos ellos días de inmunidad y franquicia para todos los judíos residentes en mi reino: (I Macabeos 10, 34)