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Jonatán fijó su residencia en Jerusalén y se dio a reconstruir y restaurar la ciudad. (I Macabeos 10, 10)
El rey Alejandro se enteró de los ofrecimientos que Demetrio había hecho a Jonatán. Le contaron además las guerras y proezas que él y sus hermanos habían realizado y los trabajos que habían sufrido. (I Macabeos 10, 15)
«El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán. (I Macabeos 10, 18)
El séptimo mes del año 160, con ocasión de la fiesta de las Tiendas, vistió Jonatán los ornamentos sagrados; reclutó tropas y fabricó gran cantidad de armanento. (I Macabeos 10, 21)
Cuando Jonatán y el pueblo oyeron tales ofrecimientos, no les dieron crédito ni los aceptaron, porque recordaban los graves males que Demetrio había causado a Israel y la opresión tan grande a que les había sometido. (I Macabeos 10, 46)
El rey Alejandro escribió a Jonatán que fuera a verle. (I Macabeos 10, 59)
antes bien, dio orden de que le quitaran a Jonatán sus vestidos y le vistieran de púrpura. Cumplida la orden, (I Macabeos 10, 62)
Jonatán regresó a Jerusalén con paz y alegría. (I Macabeos 10, 66)
Demetrio confirmó a Apolonio como gobernador de Celesiria, el cual, juntando un numeroso ejército, acampó en Yamnia y envió a decir a Jonatán, sumo sacerdote: (I Macabeos 10, 69)
Cuando Jonatán oyó las palabras de Apolonio, se le sublevó el espíritu. Escogió 10.000 hombres y partió de Jerusalén. Su hermano Simón fué a su encuentro para ayudarle. (I Macabeos 10, 74)
y la gente de la ciudad, atemorizada, les abrió las puertas, y Jonatán se hizo dueño de Joppe. (I Macabeos 10, 76)
Jonatán fue tras él persiguiéndole hacia Azoto y ambos ejércitos trabaron combate. (I Macabeos 10, 78)