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  • Cinco días después bajó el Sumo Sacerdote Ananías con algunos ancianos y un tal Tértulo, abogado, y presentaron ante el procurador acusación contra Pablo. (Hechos 24, 1)

  • Y me encontraron realizando estas ofrendas en el Templo después de haberme purificado, y no entre tumulto de gente. (Hechos 24, 18)

  • Después de unos días vino Félix con su esposa Drusila, que era judía; mandó traer a Pablo y le estuvo escuchando acerca de la fe en Cristo Jesús. (Hechos 24, 24)

  • Tres días después de haber llegado a la provincia, subió Festo de Cesarea a Jerusalén. (Hechos 25, 1)

  • Después de pasar entre ellos no más de ocho o diez días, bajó a Cesarea y al día siguiente se sentó en el tribunal y mandó traer a Pablo. (Hechos 25, 6)

  • No sé en concreto qué escribir al Señor sobre él; por eso le he presentado ante vosotros, y sobre todo ante ti, rey Agripa, para saber, después del interrogatorio, lo que he de escribir. (Hechos 25, 26)

  • sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión. (Hechos 26, 20)

  • que el Cristo había de padecer y que, después de resucitar el primero de entre los muertos, anunciaría la luz al pueblo y a los gentiles.» (Hechos 26, 23)

  • Pero no mucho después se desencadenó un viento huracanado procedente de la isla, llamado Euroaquilón. (Hechos 27, 14)

  • Ellos estaban esperando que se hincharía o que caería muerto de repente; pero después de esperar largo tiempo y viendo que no le ocurría nada anormal, cambiaron de parecer y empezaron a decir que era un dios. (Hechos 28, 6)

  • Después de este suceso los otros enfermos de la isla acudieron y fueron curados. (Hechos 28, 9)

  • Tres días después convocó a los principales judíos. Una vez reunidos, les dijo: «Hermanos, yo, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de los padres, fui apresado en Jerusalén y entregado en manos de los romanos, (Hechos 28, 17)


“Uma Missa bem assistida em vida será mais útil à sua salvação do que tantas outras que mandarem celebrar por você após sua morte!” São Padre Pio de Pietrelcina