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entonces se llenó de risa nuestra boca y nuestros labios de gritos de alegría. Entonces se decía entre las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho Yahveh con éstos! (Salmos 126, 2)
En nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterno su amor; (Salmos 136, 23)
Mirad nuestro santuario, nuestra hermosura y nuestra gloria, convertido en desierto, miradlo profanado de los gentiles. (I Macabeos 2, 12)
«Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra nos son testigos de que nos matáis injustamente.» (I Macabeos 2, 37)
Porque es mejor morir combatiendo que estarnos mirando las desdichas de nuestra nación y del Lugar Santo. (I Macabeos 3, 59)
Judas replicó: «¡Eso nunca, obrar así y huir ante ellos! Si nuestra hora ha llegado, muramos con valor por nuestros hermanos y no dejemos tacha a nuestra gloria.» (I Macabeos 9, 10)
«Desde la muerte de tu hermano Judas no tenemos un hombre semejante a él que salga y vaya contra los enemigos, contra Báquides y contra los que odian a nuestra nación. (I Macabeos 9, 29)
Por eso te nombramos hoy sumo sacerdote de tu nación y te concedemos el título de amigo del rey - le enviaba al mismo tiempo una clámide de púrpura y una corona de oro -. Por tu parte, haz tuya nuestra causa y guárdanos tu amistad.» (I Macabeos 10, 20)
El rey Demetrio saluda a la nación de los judíos. Nos hemos enterado con satisfacción de que habéis guardado los términos de nuestra alianza y perseverado en nuestra amistad sin pasaros al bando de nuestros enemigos. (I Macabeos 10, 26)
Por nuestra parte, en las fiestas y demás días señalados, os recordamos sin cesar en toda ocasión en los sacrificios que ofrecemos y en nuestras oraciones, como es justo y conveniente acordarse de los hermanos. (I Macabeos 12, 11)
porque contamos con el auxilio del Cielo que, viniendo en nuestra ayuda, nos ha librado de nuestros enemigos y a ellos los ha humillado. (I Macabeos 12, 15)
y les hemos dado orden de pasar también donde vosotros para saludaros y entregaros nuestra carta sobre la renovación de nuestra fraternidad. (I Macabeos 12, 17)