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  • ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! (Lucas 13, 34)

  • Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. (Lucas 14, 12)

  • Volvió el sirviente y dijo: "Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar". (Lucas 14, 22)

  • ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros". (Lucas 15, 19)

  • pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. (Lucas 15, 29)

  • ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!". (Lucas 15, 30)

  • "Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. (Lucas 16, 25)

  • El primero se presentó y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más". (Lucas 19, 16)

  • Llegó el segundo y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más". (Lucas 19, 18)

  • Llegó el otro y le dijo: "Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. (Lucas 19, 20)

  • Él le respondió: "Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, (Lucas 19, 22)

  • Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». (Lucas 19, 39)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina