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  • ¡Acuérdate de esto, Jacob, porque tú eres mi servidor, Israel! Yo te formé, tú eres mi servidor; Israel, yo no me olvidaré de ti. (Isaías 44, 21)

  • Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras. (Isaías 45, 4)

  • ¡Salgan de Babilonia, huyan de los caldeos! ¡Con gritos de alegría anuncien, hagan oír estas cosas! ¡Divúlguenlas hasta los extremos de la tierra! Digan: "El Señor ha redimido a su servidor Jacob". (Isaías 48, 20)

  • Él me dijo: "Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". (Isaías 49, 3)

  • Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. (Isaías 49, 5)

  • Él dice: "Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra". (Isaías 49, 6)

  • ¿Quién entre ustedes teme al Señor y escucha la voz de su Servidor? Aunque camine en las tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y se apoye en su Dios. (Isaías 50, 10)

  • Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. (Isaías 52, 13)

  • A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. (Isaías 53, 11)

  • Ellos se acordaron de los días del pasado, de Moisés, su servidor: ¿Dónde está el que hizo subir de las aguas al pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso dentro de él su santo espíritu, (Isaías 63, 11)

  • yo mando a buscar todos los clanes del Norte -oráculo del Señor- y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi servidor, y los hago venir contra este país, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor. Así los consagraré al exterminio total, y los convertiré en una desolación, en un motivo de estupor y en ruinas perpetuas. (Jeremías 25, 9)

  • Ahora, yo entregué todos estos países en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi servidor; hasta los animales del campo se los di para que lo sirvan. (Jeremías 27, 6)


“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina