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  • Los perseguirás con saña y los exterminarás debajo de los cielos. (Lamentaciones 3, 66)

  • Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas. (Ezequiel 1, 8)

  • Ellos estaban debajo de la plataforma con las alas erguidas, tocándose una a la otra, mientras las otras dos les cubrían el cuerpo. (Ezequiel 1, 23)

  • El Señor dijo al hombre vestido de lino: "Entra en medio del círculo, debajo del querubín, llena tus manos con las brasas incandescentes que están entre los querubines, y espárcelas sobre la ciudad". Y el hombre entró allí, ante mis propios ojos. (Ezequiel 10, 2)

  • Eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel a orillas del río Quebar, y reconocí que eran querubines. (Ezequiel 10, 20)

  • Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas, y una especie de manos de hombre debajo de sus alas. (Ezequiel 10, 21)

  • Ella brotó y se convirtió en una vid, exuberante, de tamaño pequeño, que volvía sus ramas hacia el águila y tenía sus raíces debajo de ella. Así se convirtió en una vid, produjo ramas y dio sarmientos. (Ezequiel 17, 6)

  • Toma lo mejor del rebaño y amontona leña debajo de ella, para que hierva a borbotones y se cocinen hasta los huesos. (Ezequiel 24, 5)

  • Ellos no yacen con los héroes caídos antiguamente -con los que bajaron al Abismo con sus armas de guerra, con sus espadas debajo de sus cabezas y sus escudos sobre sus restos- porque el terror de los héroes reinaba en la tierra de los vivientes. (Ezequiel 32, 27)

  • El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. (Ezequiel 47, 1)

  • Su follaje era hermoso y su fruto abundante: había en él comida para todos. Debajo de él se guarecían los animales de los campos, y en sus ramas anidaban los pájaros del cielo; de él se alimentaban todos los vivientes. (Daniel 4, 9)

  • Él gritaba con fuerza y decía: ‘Derriben el árbol y corten sus ramas, arranquen sus hojas y dispersen sus frutos; que huyan los animales de debajo de él y los pájaros, de sus ramas. (Daniel 4, 11)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina