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Y el Señor también ha hablado contra Jezabel, diciendo: Los perros devorarán la carne de Jezabel en la parcela de Izreel. (I Reyes 21, 23)
Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal sobre su carne, y ayunó. Se acostaba con el sayal y andaba taciturno. (I Reyes 21, 27)
Luego subió a la cama, se acostó sobre el niño y puso su boca, sus ojos y sus manos sobre la boca, los ojos y las manos del niño; permaneció recostado sobre él y la carne del niño entró en calor. (II Reyes 4, 34)
Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio". (II Reyes 5, 10)
Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. (II Reyes 5, 14)
Al oír las palabras de aquella mujer, el rey rasgó sus vestiduras; y como pasaba sobre el muro, la gente vio el cilicio que llevaba sobre su carne. (II Reyes 6, 30)
Volvieron a comunicárselo a Jehú, y él dijo: "Así se cumple la palabra que el Señor pronunció por medio de Elías, el tisbita. En la parcela de Izreel, los perros devorarán la carne de Jezabel; (II Reyes 9, 36)
Con él no hay más que un brazo de carne, pero con nosotros está el Señor, nuestro Dios, para socorrernos y combatir a nuestro lado". El pueblo se sintió reconfortado por las palabras de Ezequías, rey de Judá. (II Crónicas 32, 8)
Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos son como los de ellos. Sin embargo, nosotros tenemos que someter a esclavitud a nuestros hijos y nuestras hijas, y algunas de nuestras hijas ya han sido sometidas. Y no podemos hacer nada, porque nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros". (Nehemías 5, 5)
¡Ay de las naciones que se levantan contra mi pueblo! El Señor todopoderoso las castigará en el día del Juicio: pondrá en su carne fuego y gusanos, y gemirán de dolor eternamente". (Judit 16, 17)
Pero extiende tu mano contra él y tócalo en sus huesos y en su carne: ¡seguro que te maldecirá en la cara!". (Job 2, 5)
¿Tengo acaso la resistencia de las piedras o es de bronce mi carne? (Job 6, 12)