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Su roca huirá aterrorizada, y sus jefes, espantados, abandonarán el estandarte. -Oráculo del Señor, que tiene su fuego en Sión y su horno en Jerusalén-. (Isaías 31, 9)
¡Que alcen la voz el desierto y sus ciudades, los poblados donde habita Quedar! ¡Griten de alegría los habitantes de la Roca, aclamen desde la cumbre de las montañas! (Isaías 42, 11)
¡No tiemblen ni teman! ¿No te lo predije y anuncié hace tiempo? Ustedes son mis testigos: ¿hay algún dios fuera de mí? ¡No hay ninguna Roca! ¡Yo no la conozco! (Isaías 44, 8)
Ellos no sufrieron sed, cuando los llevaba por los desiertos: él hizo brotar para ellos agua de la roca, partió la roca y fluyeron las aguas. (Isaías 48, 21)
¡Escúchenme, los que van tras la justicia, ustedes, los que buscan al Señor! Fíjense en la roca de la que fueron tallados, en la cantera de la que fueron extraídos; (Isaías 51, 1)
¿Acaso tus ojos, Señor, no están puestos en la verdad? Tú los golpeaste, y no les dolió, los exterminaste, y rehusaron aceptar la lección; endurecieron su rostro más que una roca, no quisieron convertirse. (Jeremías 5, 3)
"Toma la faja que habías comprado y que llevas puesta a la cintura. Ve en seguida a Perat y escóndela allí en la hendidura de una roca". (Jeremías 13, 4)
¡Aquí estoy contra ti, Moradora del valle, Roca de la llanura! -oráculo del Señor-. Ustedes dicen: "¿Quién bajará contra nosotros, quién entrará en nuestras guaridas?". (Jeremías 21, 13)
¿No es mi palabra como fuego -oráculo del Señor- como martillo que pulveriza la roca? (Jeremías 23, 29)
Te engañó tu suficiencia, la soberbia de tu corazón, a ti, que habitas en las hendiduras de la roca, que ocupas la altura de una colina. Aunque eleves tu nido como el águila, de allí te precipitaré -oráculo del Señor-. (Jeremías 49, 16)
haré tu frente como el diamante, que es más duro que la roca. No les tengas miedo ni te acobardes delante de ellos, porque son un pueblo rebelde. (Ezequiel 3, 9)
Porque la sangre que derramó está en medio de ella: la puso sobre la roca desnuda, no la derramó por tierra ni la cubrió con el polvo. (Ezequiel 24, 7)
