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  • El rey murió, conforme a la palabra del Señor que había pronunciado Elías. En lugar de él reinó su hermano Jorám, en el segundo año de Jorám, hijo de Josafat, rey de Judá; porque Ocozías no tenía hijos. (II Reyes 1, 17)

  • Jorám, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, el decimoctavo año de Josafat, rey de Judá, y reinó doce años. (II Reyes 3, 1)

  • Pero a la mañana siguiente tomó una manta, la empapó en agua y la extendió sobre el rostro del rey, hasta que murió. Jazael reinó en lugar de él. (II Reyes 8, 15)

  • Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. (II Reyes 8, 17)

  • Jorám se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David. Su hijo Ocozías reinó en lugar de él. (II Reyes 8, 24)

  • Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, y era hija de Omrí, rey de Israel. (II Reyes 8, 26)

  • Jehú se fue a descansar con sus padres y lo sepultaron en Samaría. Su hijo Joacaz reinó en lugar de él. (II Reyes 10, 35)

  • Jehú reinó sobre Israel, en Samaría, durante veintiocho años. (II Reyes 10, 36)

  • Comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibia, y era de Berseba. (II Reyes 12, 2)

  • Iozacar, hijo de Simat, y Iehozabad, hijo de Somer, sus servidores, fueron los que lo hirieron de muerte. Lo sepultaron con sus padres en la Ciudad de David. Su hijo Amasías reinó en lugar de él. (II Reyes 12, 22)

  • El vigésimo tercer año de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Joacaz, hijo de Jehú, y reinó diecisiete años. (II Reyes 13, 1)

  • Joacaz se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron en Samaría. Su hijo Joás reinó en lugar de él. (II Reyes 13, 9)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina