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El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa. (Gálatas 4, 23)
Nosotros, hermanos, somos como Isaac, hijos de la promesa. (Gálatas 4, 28)
Entonces ustedes no tenían a Cristo y estaban excluidos de la comunidad de Israel, ajenos a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. (Efesios 2, 12)
Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio. (Efesios 3, 6)
ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, (Efesios 6, 2)
Los ejercicios físicos son de poca utilidad; la piedad, en cambio, es útil para todo, porque encierra una promesa de Vida para el presente y para el futuro. (I Timoteo 4, 8)
Pablo, Apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Cristo Jesús, (II Timoteo 1, 1)
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, (II Timoteo 2, 8)
Temamos, entonces, mientras permanece en vigor la promesa de entrar en el Reposo de Dios, no sea que alguno de ustedes se vea excluido. (Hebreos 4, 1)
Por eso, Dios nuevamente fija un día -un hoy- cuando muchos años después, dice por boca de David las palabras ya citadas: Si hoy escuchan su voz, no endurezcan su corazón. (Hebreos 4, 7)
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por alguien mayor que él, juró por sí mismo, (Hebreos 6, 13)
Y por su paciencia, Abraham vio la realización de esta promesa. (Hebreos 6, 15)