Trouvé 32 Résultats pour: Persia

  • Entonces Nabucodonosor, rey de los asirios, envió mensajeros a todos los habitantes de Persia y a todos los que residían en Occidente: a los de Cilicia y Damasco, del Líbano y el Antilíbano, y a todos los que vivían en el litoral; (Judit 1, 7)

  • Los que estaban más cerca de él, eran Carsená, Setar, Admatá, Tarsís, Meres, Marsená y Memucán, los siete jefes de Persia y de Media que pertenecían al consejo real y ocupaban los primeros puestos en el reino. (Ester 1, 14)

  • Hoy mismo, las princesas de Persia y de Media que oigan hablar de la conducta de la reina replicarán en el mismo tono a sus esposos, los altos oficiales del rey, ¡y entonces sí que habrá desprecio e irritación! (Ester 1, 18)

  • Por lo demás, todo lo concerniente a sus hazañas y a su valor, y el relato detallado de la alta dignidad que el rey confirió a Mardoqueo, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Media y de Persia? (Ester 10, 2)

  • Sumamente preocupado a causa de esto, resolvió ir a Persia para recoger los tributos de aquellas provincias y reunir así mucho dinero. (I Macabeos 3, 31)

  • Mientras tanto, el rey Antíoco recorría las provincias de la meseta. Allí se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, célebre por sus riquezas, su plata y su oro. (I Macabeos 6, 1)

  • Cuando todavía estaba en Persia, le anunciaron que la expedición contra el país de Judá había fracasado. (I Macabeos 6, 5)

  • había vuelto de Persia y de Media con las tropas que acompañaron al rey, y trataba de tomar el poder. (I Macabeos 6, 56)

  • Arsaces, rey de Persia y Media, al saber que Demetrio había penetrado en su territorio, envió a uno de sus generales para capturarlo vivo. (I Macabeos 14, 2)

  • Su jefe, en efecto, al llegar a Persia con un ejército aparentemente invencible, fue descuartizado en el templo de Nanea, gracias a un ardid de los sacerdotes de la diosa. (II Macabeos 1, 13)

  • Porque, cuando nuestros padres fueron deportados a Persia, los sacerdotes piadosos de entonces, tomando secretamente el fuego del altar, lo ocultaron en el fondo de un pozo seco, donde quedó tan bien resguardado que el lugar fue ignorado por todos. (II Macabeos 1, 19)

  • Al cabo de muchos años, cuando Dios así lo dispuso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a los descendientes de aquellos sacerdotes que habían ocultado el fuego que fueran a buscarlo. (II Macabeos 1, 20)


“Que Jesus o mergulhe no esplendor da Sua imortal juventude.” São Padre Pio de Pietrelcina