Trouvé 142 Résultats pour: Monte Sinaí

  • Prepárate, además, para subir mañana temprano a la montaña del Sinaí, y después quédate allí, a mi disposición, en la cumbre de la montaña. (Exodo 34, 2)

  • Moisés talló dos tablas de piedra iguales a las primeras, y a la madrugada del día siguiente subió a la montaña del Sinaí, como el Señor se lo había ordenado, llevando las dos tablas en sus manos. (Exodo 34, 4)

  • Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. (Exodo 34, 29)

  • Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí. (Exodo 34, 32)

  • que el Señor prescribió a Moisés en la montaña del Sinaí, cuando ordenó que los israelitas presentaran sus ofrendas al Señor, en el desierto del Sinaí. (Levítico 7, 38)

  • El Señor dijo a Moisés sobre la montaña del Sinaí: (Levítico 25, 1)

  • Estos son los preceptos, las leyes y las instrucciones que el Señor estableció entre él y los israelitas sobre la montaña del Sinaí, por intermedio de Moisés. (Levítico 26, 46)

  • Estos son los mandamientos que el Señor dio a Moisés para los israelitas sobre la montaña del Sinaí. (Levítico 27, 34)

  • En el segundo año después de la salida de Egipto, el primer día del segundo mes, el Señor dijo a Moisés en el desierto del Sinaí, en la Carpa del Encuentro: (Números 1, 1)

  • Así los registró Moisés en el desierto del Sinaí, como el Señor se lo había ordenado. (Números 1, 19)

  • Esta era la descendencia de Aarón y de Moisés, cuando el Señor habló a Moisés sobre la montaña del Sinaí: (Números 3, 1)

  • Nadab y Abihú murieron en la presencia del Señor, cuando presentaron ante él un fuego profano, en el desierto del Sinaí. Y como no tenían hijos, los que ejercieron el sacerdocio delante de Aarón, su padre, fueron Eleazar e Itamar. (Números 3, 4)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina