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  • Pero el Señor me advirtió: "No le tengas miedo, porque yo lo pondré en tus manos con todo su ejército y sus dominios. Trátalo de la misma manera que trataste a Sijón, el rey de los amorreos que habitaba en Jesbón". (Deuteronomio 3, 2)

  • Efectivamente, el Señor, nuestro Dios, puso también en nuestras manos a Og, rey de Basán, con todo su ejército, y lo derrotamos hasta tal punto que no le quedó ni un solo sobreviviente. (Deuteronomio 3, 3)

  • El Señor, tu Dios, los pondrá en tus manos, y tú los derrotarás. Entonces los consagrarás al exterminio total: no hagas con ellos ningún pacto, ni les tengas compasión. (Deuteronomio 7, 2)

  • Destruye entonces a todos esos pueblos que el Señor, tu Dios, pone en tus manos. No les tengas compasión ni sirvas a sus dioses, porque eso sería para ti una trampa. (Deuteronomio 7, 16)

  • Él pondrá a sus reyes en tus manos, y tu harás desaparecer sus nombres de la tierra. Ninguno te podrá resistir, hasta que los extermines por completo. (Deuteronomio 7, 24)

  • Yo me di vuelta y bajé de la montaña, que ardía envuelta en llamas, llevando en mis manos las tablas de la alianza. (Deuteronomio 9, 15)

  • Graben estas palabras en lo más íntimo de su corazón. Átenlas a sus manos como un signo, y que sean como una marca sobre su frente. (Deuteronomio 11, 18)

  • Cuando le concedas la libertad, no lo envíes con las manos vacías. (Deuteronomio 15, 13)

  • Tres veces al año, todos los varones se presentarán delante del Señor, tu Dios, en el lugar elegido por él: en la fiesta de los Ácimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de las Chozas. Nadie se presentará delante del Señor con las manos vacías. (Deuteronomio 16, 16)

  • los ancianos de su ciudad lo harán apresar y lo pondrán en manos del vengador del homicidio, para que muera. (Deuteronomio 19, 12)

  • Cuando el Señor, tu Dios, la ponga en tus manos, tú pasarás al filo de la espada a todos sus varones. (Deuteronomio 20, 13)

  • Luego los ancianos de la ciudad más cercana a la víctima se lavarán las manos en el arroyo, sobre la ternera desnucada, (Deuteronomio 21, 6)


“Que Jesus o aperte sempre mais ao Seu divino coração. Que Ele o alivie no sofrimento e lhe dê o abraço final no Paraíso.” São Padre Pio de Pietrelcina