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Se veía constantemente con Judas y sentía por él un sincero aprecio; (II Macabeos 14, 24)
le aconsejó que se casara y que tuviera hijos. Judas se casó y vivió tranquilamente, disfrutando de la vida. (II Macabeos 14, 25)
Cuando Álcimo vio la comprensión que reinaba entre ellos, consiguió una copia del pacto celebrado y se presentó ante Demetrio, diciéndole que Nicanor abrigaba sentimientos contrarios a los intereses del Estado, ya que había nombrado lugarteniente suyo a Judas, el rival de su reino. (II Macabeos 14, 26)
El rey se puso fuera de sí y, excitado por las calumnias de ese miserable, escribió a Nicanor, manifestándole su disgusto por el acuerdo y ordenándole que le mandara inmediatamente preso a Antioquía al Macabeo. (II Macabeos 14, 27)
El Macabeo, por su parte, viendo que Nicanor lo trataba más secamente y que le demostraba una gran frialdad en sus relaciones habituales, pensó que esa actitud no presagiaba nada bueno. Entonces reunió a un buen número de sus compañeros y se ocultó de Nicanor. (II Macabeos 14, 30)
Cuando este advirtió que Judas se había burlado de él tan hábilmente, se presentó en el augusto y santo Templo, mientras los sacerdotes ofrecían los sacrificios rituales y les exigió que le entregaran a aquel hombre. (II Macabeos 14, 31)
él, extendiendo la mano derecha hacia el Santuario, pronunció este juramento: "Si no me entregan prisionero a Judas, arrasaré este recinto consagrado a Dios, derribaré el altar y levantaré aquí mismo un espléndido templo a Dionisos". (II Macabeos 14, 33)
Cuando Nicanor supo que los hombres de Judas se hallaban en las regiones de Samaría, resolvió atacarlos sin ningún riesgo el día de descanso. (II Macabeos 15, 1)
Nicanor, ensoberbecido sobremanera, había decidido levantar un monumento público, con los trofeos ganados a los hombres de Judas. (II Macabeos 15, 6)
Por el contrario, el Macabeo mantenía una confianza inalterable, esperando recibir la ayuda del Señor. (II Macabeos 15, 7)
Después Jeremías extendió su mano derecha y entregó a Judas una espada de oro, diciendo mientras se la daba: (II Macabeos 15, 15)
Reconfortados con estas bellísimas palabras de Judas, capaces de llevar al heroísmo y de robustecer los corazones juveniles, todos decidieron no quedarse a la defensiva, sino lanzarse valerosamente a la ofensiva, y decidir la situación luchando con la mayor valentía, porque estaban en peligro la Ciudad, las instituciones sagradas y el Santuario. (II Macabeos 15, 17)