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Por eso, oigan el plan del Señor sobre Edóm, sus proyectos sobre los habitantes de Temán: Sí, hasta las ovejas más pequeñas serán arrastradas, su pradera se asombrará a causa de ellas. (Jeremías 49, 20)
Huyan, emigren rápidamente, escóndanse bajo tierra, habitantes de Jasor -oráculo del Señor- porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha tramado un plan contra ustedes, ha urdido contra ustedes un proyecto. (Jeremías 49, 30)
Porque del Norte sube una nación contra ella: dejará su tierra devastada y no habrá más habitantes; tanto los hombres como los animales han emigrado, se han ido. (Jeremías 50, 3)
¡Sube al país de Merataim, sube contra él y contra los habitantes de Pecod! ¡Masacra y consagra al exterminio lo que queda de él -oráculo del Señor- y obra como yo te ordené! (Jeremías 50, 21)
Pero su redentor es fuerte, su nombre es Señor de los ejércitos: él si que defenderá su causa para dar tranquilidad a la tierra y hacer temblar a los habitantes de Babel. (Jeremías 50, 34)
¡Una espada contra los caldeos -oráculo del Señor- y sobre los habitantes de Babel, sobre sus príncipes y sus sabios! (Jeremías 50, 35)
Así habla el Señor: ¡Miren que yo suscito contra Babilonia y contra los habitantes de Leb Camai un viento arrasador! (Jeremías 51, 1)
¡Levanten un estandarte contra los muros de Babilonia, refuercen la guardia, aposten centinelas, tiendan emboscadas! Porque el Señor decidió llevar a cabo lo que dijo contra los habitantes de Babel. (Jeremías 51, 12)
Pero yo haré pagar a Babilonia y a todos los habitantes de Caldea, a la vista de ustedes, todo el mal que ellos hicieron en Sión -oráculo del Señor-. (Jeremías 51, 24)
La tierra tiembla y se sacude, porque se cumple contra Babel el proyecto del Señor de reducir su país a una devastación sin habitantes. (Jeremías 51, 29)
¡Que la violencia hecha a mi carne caiga sobre Babel!, dice la que habita en Sión. ¡Caiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea!, dice Jerusalén. (Jeremías 51, 35)
Nunca hubieran creído los reyes de la tierra ni todos los habitantes del mundo, que entrarían el adversario y el enemigo por las puertas de Jerusalén. (Lamentaciones 4, 12)