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  • y los sacerdotes no podían entrar en ella, porque la gloria del Señor llenaba la Casa del Señor. (II Crónicas 7, 2)

  • Y el rey de Israel dijo a Josafat: "Yo me voy a disfrazar para entrar en batalla, pero tú quédate con tus vestiduras". El rey de Israel se disfrazó, y entraron en combate. (II Crónicas 18, 29)

  • Que nadie entre en la Casa del Señor, fuera de los sacerdotes y levitas que estén de servicio. Ellos podrán entrar, porque están consagrados. Pero todo el pueblo observará las prescripciones del Señor. (II Crónicas 23, 6)

  • Entonces el Señor envió un ángel que aniquiló a todos los guerreros valientes, a los jefes y a los oficiales en el campamento del rey de Asiria. Este tuvo que volver a su país, completamente avergonzado, y allí, al entrar en el templo de su dios, algunos de sus hijos lo asesinaron. (II Crónicas 32, 21)

  • Yo repliqué: "¿Va a huir un hombre como yo? ¿Y qué hombre de mi condición podría entrar en el Templo y permanecer con vida? ¡No entraré!". (Nehemías 6, 11)

  • Además, algunos tirios que se habían establecido en Jerusalén, hacían entrar pescado y toda clase de mercancías para venderlas durante el sábado a los judíos, en Jerusalén. (Nehemías 13, 16)

  • Cuando terminaron de comer y beber, decidieron ir a acostarse. Acompañaron al joven y lo hicieron entrar en la habitación. (Tobías 8, 1)

  • "Que Dios sea el juez entre nosotros y ustedes, por la gran injusticia que cometen contra nosotros al no entrar en negociaciones de paz con los asirios. (Judit 7, 24)

  • Entonces Judas se adelantó con sus tropas para entrar en batalla, y cayeron seiscientos hombres del ejército real. (I Macabeos 6, 42)

  • Cuando se disponía a entrar en el palacio de sus padres, el ejército apresó a Antíoco y a Lisias para hacerlos comparecer ante él. (I Macabeos 7, 2)

  • Al ponerse el sol, Jonatán ordenó a sus hombres que velaran toda la noche con las armas en la mano, listos para entrar en combate, y estableció puestos de avanzada alrededor del campamento. (I Macabeos 12, 27)

  • Mientras tanto, el rey Antíoco continuaba el sitio de Dora, acampando en los suburbios de la ciudad, lanzando incesantemente sus tropas contra ella y construyendo máquinas de guerra. Tenía bloqueado a Trifón y nadie podía entrar ni salir. (I Macabeos 15, 25)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina