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Me hizo recorrer el valle en todos los sentidos; los huesos esparcidos por el suelo eran muy numerosos, y estaban completamente secos. (Ezequiel 37, 2)
Ese día le daré como sepultura a Gog un lugar célebre en Israel: el valle de los Abarim, un valle que está al este del mar y cierra el paso a los viajeros. Allí serán enterrados Gog y todo su ejército y lo llamarán: valle de Hamón-Gog. (Ezequiel 39, 11)
Recorrerán el país, y el que vea huesos humanos, levantará al lado una pila de piedras: luego los enterradores los sepultarán en el valle de Hamón-Gog (Ezequiel 39, 15)
El rey replicó: «Veo que lo que quieren es ganar tiempo, al conocer ya mi decisión. (Daniel 2, 8)
Aquel día yo haré que Israel sea derrotado en el valle de Jezrael.» (Oseas 1, 5)
Le devolveré sus viñas, convertiré el valle de la Mala Suerte en un lugar de esperanzas. Y allí ella me responderá como cuando era joven, como en los días en que subió de Egipto. (Oseas 2, 17)
Reuniré todas las naciones y las haré descender al valle de Josafat. Allí discutiré con ellas la causa de mi pueblo y de mi heredad, Israel, a quien ellas han dispersado entre las naciones, mientras se repartían mi tierra. (Joel 4, 2)
Que despierten y suban las naciones al valle de Josafat, porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. (Joel 4, 12)
Multitudes y multitudes en el Valle de la Decisión, porque está cerca el día de Yavé en el Valle de la Decisión. (Joel 4, 14)
En aquellos días los montes destilarán vino, y de las colinas manará leche; en todos los torrentes de Judá correrá el agua y una fuente saldrá de la Casa de Yavé para regar el valle de las acacias. (Joel 4, 18)
Convertiré a Samaria un campo cubierto de escombros, que no sirve más que para viñas. Echaré a rodar sus piedras por el valle y así quedarán a la vista sus cimientos. (Miqueas 1, 6)
Sus gobernantes se dejan comprar para dar una sentencia; sus sacerdotes cobran por una decisión; sus profetas sólo vaticinan si se les paga. Y todos se sienten tan seguros de Yavé que dicen: Si el Señor está con nosotros, ¿qué desgracia nos puede pasar? (Miqueas 3, 11)