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  • No padecerán hambre ni sed, y no estarán expuestos al viento quemante ni al sol; pues el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta donde están las vertientes de agua. (Isaías 49, 10)

  • O bien, ¿a quién debo yo dinero, y a quién los he vendido? Por culpa de sus pecados fueron vendidos y por sus infidelidades me divorcié de su madre. ¿Por qué, cuando llegué, no encontré a nadie, y cuando llamé, nadie me respondió? ¿Se me habrá acortado el brazo, que no alcanza a salvar, o será que ya no tengo fuerzas? Con un solo gesto dejo seco el mar y cambio los ríos en desiertos. Sus peces, sin agua, quedan en seco y mueren de sed. (Isaías 50, 2)

  • A ver ustedes que andan con sed, ¡vengan a las aguas! No importa que estén sin plata, vengan; pidan trigo sin dinero, y coman, pidan vino y leche, sin pagar. (Isaías 55, 1)

  • Detrás de la puerta y a la entrada colocaste tu ídolo. Sí, lejos de mí preparaste tu cama, te subiste a ella para tu lujuria. Tú has gozado de esa gente con que te gusta acostarte y cuyos ídolos seducen tus ojos, (Isaías 57, 8)

  • Pues las manos de ustedes están manchadas de sangre, y sus dedos, de crímenes. Sus labios pronuncian la mentira y su lengua murmura la falsedad. (Isaías 59, 3)

  • En vista de esto, el Señor Yavé les dice: ¡Muy bien! Mis servidores comerán, mientras que ustedes estarán con hambre. Ellos tendrán de beber, mientras que ustedes sentirán sed. Se alegrarán, mientras que ustedes se verán humillados. (Isaías 65, 13)

  • y después en tiempos de Joaquim, hijo de Josías y rey de Judá, hasta cumplirse el año undécimo de Sedecías, hijo de Josías y rey de Judá, o sea, hasta el destierro del pueblo de Jerusalén, que aconteció en el mismo mes. (Jeremías 1, 3)

  • ¿Para qué llamas a Egipto?, ¿acaso te sanarán las aguas del Nilo? ¿Y para qué llamas a Asur?, ¿apagarán tu sed las aguas del río? (Jeremías 2, 18)

  • Les haré comer la carne de sus hijos e hijas, y se devorarán entre ellos, en medio del angustioso asedio y de la miseria a que los reducirán sus enemigos, que quieren quitarles la vida. (Jeremías 19, 9)

  • Me has seducido, Yavé, y me dejé seducir por ti. Me tomaste a la fuerza y saliste ganando. Todo el día soy el blanco de sus burlas, toda la gente se ríe de mí. (Jeremías 20, 7)

  • Estas fueron las palabras que dirigió Yavé a Jeremías, cuando el rey Sedecías le mandó a Pasjur, hijo de Malaquías y al sacerdote Sofonías, hijo de Mahasías, para que le dijeran: (Jeremías 21, 1)

  • Jeremías les contestó: «Lleven a Sedecías esta respuesta: Esto dice Yavé, Dios de Israel: (Jeremías 21, 3)


“Nunca se canse de rezar e de ensinar a rezar.” São Padre Pio de Pietrelcina