Trouvé 117 Résultats pour: resto

  • y en el tiempo del rey Artajerjes, Bisla, Mitrídates, Tabeel y el resto de sus colegas escribieron a Artajerjes, rey de Persia. (Esdras 4, 7)

  • y los restantes pueblos que el gran Asurbanipal desterró y estableció en las ciudades de Samaria y en el resto de la provincia del otro lado del río.» (Esdras 4, 10)

  • Respuesta que mandó el rey: «A Rejum, gobernador; a Simsay, secretario, y al resto de sus colegas que habitan en Samaria y otros lugares del otro lado del río: Saludos. (Esdras 4, 17)

  • Con el resto de la plata y el oro, harás lo que mejor te pareza a ti y a tus hermanos, conforme a la voluntad del Dios de ustedes. (Esdras 7, 18)

  • Con todo, desde algún tiempo, se manifestó la misericordia de Yavé, nuestro Dios. Hizo que quedara un resto de nuestro pueblo y permitió que los sobrevivientes se restablecieran en su Santo Lugar; ahí nos ha dado alegría y vida, a pesar de que somos esclavos; (Esdras 9, 8)

  • ¿Cómo podríamos volver a despreciar tus mandamientos y a emparentar con estos pueblos abominables? ¿No te enojarías tú contra nosotros hasta destruirnos sin que quedara resto ni sobrevivientes? (Esdras 9, 14)

  • Yavé, Dios de Israel, tú eres justo; mira que somos un resto de sobrevivientes. Estamos aquí en tu presencia llevando nuestros pecados, pero no podemos permanecer así en tu presencia. (Esdras 9, 15)

  • Tenían miedo, pero me levanté y dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «Acuérdense del Señor, grande y formidable, y peleen por sus hermanos, hijos e hijas, por sus mujeres y sus casas.» (Nehemías 4, 8)

  • Les dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «Los trabajos tienen mucha extensión y nosotros estamos repartidos a lo largo de la muralla, lejos uno de otro, (Nehemías 4, 13)

  • Lo que entregó el resto del pueblo ascendía a 20.000 monedas de oro, 2.000 minas de plata y 67, túnicas sacerdotales. (Nehemías 7, 71)

  • Y el resto del pueblo, de los sacerdotes y de los levitas, los porteros, los cantores y los ayudantes, y todos cuantos se habían separado de los habitantes del país para seguir la Ley de Dios junto con sus mujeres y sus hijos e hijas en edad de comprender. (Nehemías 10, 29)

  • Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. El resto del pueblo echó a suertes para que, de cada diez hombres, uno se quedara viviendo en Jerusalén, la Ciudad Santa, quedando los otros nueve en las otras ciudades. (Nehemías 11, 1)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraco com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina