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Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces. (Evangelio según San Juan 21, 8)
de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, (Hecho de los Apóstoles 2, 10)
Todos estaban asombrados y perplejos, y se preguntaban unos a otros qué querría significar todo aquello.» (Hecho de los Apóstoles 2, 12)
Pedro siguió insistiendo con muchos otros discursos. Los exhortaba diciendo: «Aléjense de esta generación perversa y sálvense.» (Hecho de los Apóstoles 2, 40)
y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima. (Hecho de los Apóstoles 5, 13)
Se le echaron encima algunos de la sinagoga llamada de los libertos, y otros llegados de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia. Se pusieron a discutir con Esteban, (Hecho de los Apóstoles 6, 9)
Incluso dijeron a Aarón: "Danos dioses que vayan delante de nosotros, porque no sabemos qué ha sido de este Moisés que nos sacó de Egipto." (Hecho de los Apóstoles 7, 40)
Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la cárcel. (Hecho de los Apóstoles 12, 6)
La población de la ciudad se dividió, unos a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles. (Hecho de los Apóstoles 14, 4)
Al ver la gente lo que Pablo había hecho, comenzó a gritar en la lengua de Licaonia: «¡Los dioses han venido a nosotros en forma de hombres!» (Hecho de los Apóstoles 14, 11)
En cuanto a Pablo y Bernabé, se detuvieron en Antioquía, enseñando y anunciando con muchos otros la Palabra de Dios. (Hecho de los Apóstoles 15, 35)
Pero al no encontrarlos allí, arrastraron a Jasón y a otros creyentes ante los magistrados de la ciudad, gritando: «Esos hombres que han revolucionado todo el mundo han llegado también hasta aquí (Hecho de los Apóstoles 17, 6)