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  • Y Jesús contestó: «En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. (Evangelio según San Marcos 10, 29)

  • También había muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.» (Evangelio según San Lucas 4, 27)

  • Yo les digo que entre los hijos de mujer no hay ninguno más grande que Juan Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más que él. (Evangelio según San Lucas 7, 28)

  • ¿No se venden cinco pajaritos por dos monedas? Pues bien, delante de Dios ninguno de ellos ha sido olvidado. (Evangelio según San Lucas 12, 6)

  • Pero ninguno respondió. Jesús entonces se acercó al enfermo, lo curó y lo despidió. (Evangelio según San Lucas 14, 4)

  • En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete.» (Evangelio según San Lucas 14, 24)

  • ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?» (Evangelio según San Lucas 17, 18)

  • Jesús respondió: «Yo les aseguro que ninguno dejará casa, esposa, hermanos, padre, o hijos a causa del Reino de Dios (Evangelio según San Lucas 18, 29)

  • Pues yo mismo les daré palabras y sabiduría, y ninguno de sus opositores podrá resistir ni contradecirles. (Evangelio según San Lucas 21, 15)

  • y les dijo: «Ustedes han traído ante mí a este hombre acusándolo de sublevar al pueblo. Pero después de interrogarlo en presencia de ustedes, no he podido comprobar ninguno de los cargos que le hacen. (Evangelio según San Lucas 23, 14)

  • En aquel momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué quería ni de qué hablaba con ella. (Evangelio según San Juan 4, 27)

  • «Moisés les dio la Ley, ¿no es cierto? Pero si ninguno de ustedes cumple la Ley, ¿por qué quieren matarme?» (Evangelio según San Juan 7, 19)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina