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mansedumbre y dominio de sí mismo. Estas son cosas que no condena ninguna Ley. (Carta a los Gálatas 5, 23)
Filipenses, ustedes saben que en los principios de la evangelización, cuando me alejé de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió una cuenta de gastos e ingresos excepto ustedes; (Carta a los Filipenses 4, 15)
No se dejen engañar de ninguna manera. Primero tiene que producirse la apostasía y aparecer el adversario de la religión, el instrumento de la perdición, (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 3)
Pretenden conocer a Dios, pero lo niegan con su modo de actuar; son seres rebeldes que Dios no puede soportar y no sirven para ninguna obra buena. (Carta a Tito 1, 16)
todo lo pusiste bajo sus pies. Como ven, todo le ha sido sometido, y no se hace ninguna excepción. Es verdad que, por el momento, no se ve que todo le esté sometido, (Carta a los Hebreos 2, 8)
Ninguna corrección nos alegra en el momento, más bien duele; pero con el tiempo, si nos dejamos instruir, traerá frutos de paz y de santidad. (Carta a los Hebreos 12, 11)
Obedezcan a sus dirigentes y estén sumisos, pues ellos se desvelan por sus almas, de las cuales deberán rendir cuenta. Ojalá esto sea para ellos motivo de alegría y no un peso, pues no les traería a ustedes ventaja de ninguna clase. (Carta a los Hebreos 13, 17)
Otro punto muy importante, hermanos: no juren, ni por el cielo, ni por la tierra, ni de ninguna otra forma. Que su sí sea sí, y su no, no; de otro modo serían reprensibles. (Carta de Santiago 5, 12)
Sépanlo bien: ninguna profecía de la Escritura puede ser interpretada por cuenta propia, (2º Carta de Pedro 1, 20)
pues ninguna profecía ha venido por iniciativa humana, sino que los hombres de Dios han hablado, movidos por el Espíritu Santo. (2º Carta de Pedro 1, 21)
mientras los ángeles, superiores a ellos en fuerza y en poder, no se permiten ninguna acusación injuriosa en presencia del Señor. (2º Carta de Pedro 2, 11)
El arcángel Miguel, cuando pleiteaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él ninguna palabra de insulto, sino que sencillamente dijo: "¡Que el Señor te reprenda!" (2º Carta de Pedro 3, 9)