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Festo les respondió que Pablo estaba bajo custodia en Cesarea y que él volvería muy pronto allá. (Hecho de los Apóstoles 25, 4)
Pablo contestó: «Estoy ante el tribunal del César; ahí debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú muy bien sabes. (Hecho de los Apóstoles 25, 10)
Muy por el contrario, empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego en Jerusalén y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en adelante los frutos de una verdadera conversión. (Hecho de los Apóstoles 26, 20)
Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo exclamó con voz muy alta: «Pablo, ¡tú estás loco! Tus muchos estudios te han trastornado la mente.» (Hecho de los Apóstoles 26, 24)
Llegamos a Sidón al día siguiente. Julio se mostró muy humano con Pablo y le permitió visitar a sus amigos y que pudieran atenderle. (Hecho de los Apóstoles 27, 3)
Entonces Pablo les dijo: «Amigos, yo veo que la travesía es muy arriesgada, y vamos a perder no sólo la carga y la nave, sino también nuestras vidas.» (Hecho de los Apóstoles 27, 10)
Al final los judios se retiraron muy divididos; Pablo los despidió con estas palabras: «Es muy acertado lo que dijo el Espíritu Santo cuando hablaba a sus padres por boca del profeta Isaías: (Hecho de los Apóstoles 28, 25)
¡Muy bien! Entonces hagamos el mal para que venga el bien. Algunos calumniadores dicen que ésa es nuestra enseñanza, pero tendrán que responder de tales palabras. (Carta a los Romanos 3, 8)
Difícilmente aceptaríamos morir por una persona buena; tratándose de una persona muy buena, tal vez alguien se atrevería a sacrificar su vida. (Carta a los Romanos 5, 7)
Ven que uso figuras muy humanas, pues tal vez les cueste entender. Hubo un tiempo en que llevaron una vida desordenada e hicieron de sus cuerpos los esclavos de la impureza y del desorden; conviértanlos ahora en servidores de la justicia verdadera, para llegar a ser santos. (Carta a los Romanos 6, 19)
Cuando eran esclavos del pecado, se sentían muy libres respecto al camino de justicia. (Carta a los Romanos 6, 20)
En mí el hombre interior se siente muy de acuerdo con la Ley de Dios, (Carta a los Romanos 7, 22)