Trouvé 143 Résultats pour: lamentaciones de Jeremías

  • Abdemalec consiguió los hombres, volviendo con ellos al palacio del rey. Ahí, del ropero de la sala del tesoro, tomó trapos y ropas gastadas, y por medio de sogas los pasó a Jeremías, diciéndole: (Jeremías 38, 11)

  • «Ponte estos trapos en los sobacos y pasa las cuerdas por debajo.» Jeremías lo hizo, (Jeremías 38, 12)

  • Entonces, Sedecías mandó a buscar a Jeremías y lo hizo venir donde él estaba, a la tercera entrada de la Casa de Yavé. Y le dijo: «No me ocultes nada de lo que te voy a preguntar.» (Jeremías 38, 14)

  • Respondió Jeremías: «Si soy sincero, me matarás; y si te doy un consejo, no me escucharás.» (Jeremías 38, 15)

  • Entonces el rey juró en secreto a Jeremías: «Por Yavé y por la vida que nos ha dado, que no te mataré, ni te entregaré a los jefes que buscan tu muerte.» (Jeremías 38, 16)

  • Y Jeremías transmitió al rey esta palabra de Yavé: «Si te entregas a los generales del rey de Babel, salvarás tu vida y esta ciudad no será quemada; vivirás tú y los tuyos. (Jeremías 38, 17)

  • Sedecías dijo a Jeremías: «Les tengo miedo a los judíos que se han pasado a los caldeos; pues si me entregan a ellos, se vengarán de mi persona.» (Jeremías 38, 19)

  • Replicó Jeremías: «Los caldeos no te entregarán a ellos. Haz lo que Yavé te dice por mi boca; te resultará bien, y con vida quedarás. (Jeremías 38, 20)

  • Entonces dijo Sedecías a Jeremías: «Que nadie se entere de estas palabras, de lo contrario morirás. (Jeremías 38, 24)

  • Vinieron, en efecto, todos los jefes donde Jeremías y lo interrogaron. Y él les respondió conforme a lo que había dicho el rey. Ellos no pudieron insistirle, pues nadie había presenciado su entrevista con el rey. (Jeremías 38, 27)

  • Así, pues, Jeremías quedó en el patio de la guardia hasta el día en que fue tomada Jerusalén. (Jeremías 38, 28)

  • Respecto a Jeremías, Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dado esta orden a Nebuzardán, comandante de la guardia: (Jeremías 39, 11)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina