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Esa noche había surgido de un mundo infernal, mundo de la impotencia; se había apoderado de ellos durante el sueño y los mantenía en la impotencia. A lo largo de toda esa noche, (Sabiduría 17, 13)
El resto del mundo disfrutaba de una brillante luz sin que nada le impidiera realizar sus trabajos; (Sabiduría 17, 19)
Los Egipcios merecieron esa privación de la luz, esas tinieblas que los aprisionaban: ¿no habían ellos acaso retenido cautivos a tus hijos que debían llevar al mundo la luz inapagable de tu Ley? (Sabiduría 18, 4)
Todo el mundo estaba representado en su larga túnica, en las cuatro hileras de piedras preciosas llevaba los nombres gloriosos de nuestros padres, y en su cabeza la diadema de tu majestad. (Sabiduría 18, 24)
Fue como si los diferentes elementos del mundo intercambiaran sus propiedades, igual como en la cítara la alternancia de los sonidos cambia el ritmo, conservando sin embargo cada nota su propia tonalidad. Y si se examinan los hechos, eso fue justamente lo que pasó. (Sabiduría 19, 18)
Hay amigos que se transforman en enemigos y que dan a conocer a todo el mundo su desavenencia contigo para avergonzarte. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 9)
El flojo se parece a una piedra embarrada, todo el mundo se ríe de su degradación. (Sirácides (Eclesiástico) 22, 1)
La salud y una contextura firme valen más que todo el oro del mundo, y un cuerpo robusto más que una inmensa forturna. (Sirácides (Eclesiástico) 30, 15)
Pero si es mezquino, todo el mundo lo critica y habla con lujo de detalles de su mezquindad. (Sirácides (Eclesiástico) 31, 24)
El que no ha sido puesto a prueba sabe poco, el que ha recorrido el mundo ha adquirido muchos conocimientos. (Sirácides (Eclesiástico) 34, 10)
Si tu hija es una descarada, redobla la prudencia: cuida de que no haga de ti el hazmerreir de tus enemigos, el comentario de la ciudad, un tema para chismes. Podría deshonrarte ante todo el mundo. (Sirácides (Eclesiástico) 42, 11)
Explicar este mundo de maravillas es una cosa que le queda grande aun a los Santos del Señor. Porque el Señor, Dueño del Universo, le dio consistencia en su propia gloria. (Sirácides (Eclesiástico) 42, 17)
