Trouvé 29 Résultats pour: Aspecto

  • La luz que lo rodeaba tenía el aspecto del arcoiris que se ve en las nubes en los días de lluvia. Esa visión era una imagen de la Gloria de Yavé, cuando lo vi me tiré de bruces al suelo; oí entonces una voz que me habló. (Ezequiel 1, 28)

  • con sus fajas en la cintura y grandes turbantes en sus cabezas, esos hombres de aspecto marcial cuyo país natal es Caldea. (Ezequiel 23, 15)

  • Al lado de ellas pasaba un corredor, esas salas tenían el mismo aspecto que las piezas que se encontraban al norte: la misma longitud, el mismo ancho, la misma puerta, la misma disposición, la misma entrada. (Ezequiel 42, 11)

  • Después podrás observar si los jóvenes que comen de la mesa del rey tienen mejor aspecto que nosotros. Entonces harás lo que te parezca.» (Daniel 1, 13)

  • Cumplido el plazo, vio que tenían mejor aspecto que todos los jóvenes que comían los alimentos del palacio. (Daniel 1, 15)

  • Tú veías una estatua enorme, de extraordinario brillo y aspecto terrible, que se levantaba delante de ti. (Daniel 2, 31)

  • Dijo el rey: «Pero yo estoy viendo a cuatro hombres que se pasean libremente en medio del fuego, sin sufrir ningún daño, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses. (Daniel 3, 92)

  • Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí un personaje de aspecto humano, (Daniel 8, 15)

  • pero un personaje de aspecto humano me tocó los labios. Entonces abrí la boca para hablar y dije al que estaba delante de mí: «Señor mío, ante esta visión me invade la angustia y ya no tengo fuerzas. (Daniel 10, 16)

  • El personaje de aspecto humano me tocó de nuevo y me reanimó. (Daniel 10, 18)

  • A la vista de ellos su aspecto cambió completamente: su cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. (Evangelio según San Mateo 17, 2)

  • Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve. (Evangelio según San Mateo 28, 3)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina