Bible Catholique
 

Jeremías, 25

27. Y les dirás: "Esta es la orden de Yavé de los Ejércitos, el Dios de Israel: Tomen, emborráchense, vomiten; caigan al suelo sin poder levantarse bajo la espada que dirigiré contra ustedes."

Versets liés à Jeremías, 25:

Jeremías 25 presenta la profecía del cáliz de la ira de Dios que será derramado sobre las naciones. Dios está cansado del pecado y la idolatría de la gente y envía a Jeremías para advertirles sobre la destrucción inminente. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:

Isaías 51:17: "¡Despierta, despierta! Este versículo presenta una imagen similar a la de la ira de Dios, que demuestra que la idea no es exclusiva de Jeremiah.

Apocalipsis 14:10: "También beberá del vino del cólera de Dios, que se ha preparado sin mezclar, en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre ante los Santos Ángeles y antes del Cordero. " Este versículo presenta una visión futura de la ira de Dios que se derrama sobre aquellos que lo rechazan.

Salmo 75:8: "Porque en la mano del Señor hay un cáliz, cuya espuma de vino, llena de mezcla; le da beber; pero todos los malvados de la tierra tomarán y beberán a las heces". Este versículo muestra que la idea de la ira de Dios es una imagen poderosa que cruza todo el viejo y el Nuevo Testamento.

Isaías 24:19: "La tierra está totalmente rota, la tierra está despejada, la tierra está sacudida de una manera extrema". Este versículo presenta una descripción de la destrucción que vendrá como resultado de la ira de Dios.

Mateo 26:39: "Y, avanzado un poco, se cayó en su rostro, rezando y diciendo, mi padre, si es posible, me pasa este cáliz; sin embargo, no como quiero, sino cómo quieres". Este versículo presenta una imagen de Jesús usando la metáfora del cáliz para describir el sufrimiento que estaba a punto de enfrentar.





“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina