21. No, pues degollaste a mis hijos y los entregaste para el sacrificio, para que esto fuera mejor que prostituirte, y te olvidaste de los días de tu juventud, cuando andabas desnuda y sin ropa y te debatías en tu propia sangre.





“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina