9. Tan podrido estaba su cuerpo que hasta gusanos tenía y sus carnes, vivas aún, caían a pedazos entre desgarramientos y dolores. Su fetidez era intolerable y apartaba a todo el ejército.





“O medo excessivo nos faz agir sem amor, mas a confiança excessiva não nos deixa considerar o perigo que vamos enfrentar”. São Padre Pio de Pietrelcina