Bible Catholique
 

1 Crónicas, 16

1. Trajeron el Arca de Yavé y la colocaron en medio de la tienda que David había hecho levantar para ella; y ofrecieron ante Dios víctimas quemadas y sacrificios de comuniones.

Versets liés à 1 Crónicas, 16:

1 Chronicles 16 es un capítulo que describe la celebración del regreso del Arca del Pacto a Jerusalén y su instalación en la tienda que David había preparado para ella. Durante la celebración, David llevó la adoración a Dios y ofreció sacrificios. A continuación hay cinco versos relacionados con temas cubiertos en este capítulo:

Salmo 96:4: "Por lo grande es el Señor, y digno de alabanza mucho más temeroso que todos los dioses". Este versículo habla de la grandeza de Dios y su superioridad sobre todas las demás deidades, que pueden estar relacionadas con la adoración de Dios que David lideró en 1 Crónicas 16.

Salmo 105:1: "Alabado al Señor, invoca tu nombre, dale a conocer tus obras entre los pueblos". Este salmo habla de la importancia de proclamar las obras de Dios entre las naciones, que es relevante para la celebración de la instalación del arca del pacto en 1 Crónicas 16.

Salmo 34:1: "Bendeciré al Señor todo el tiempo; tu alabanza estará continuamente en mi boca". Este versículo habla de la importancia de alabar a Dios en todas las circunstancias, que es relevante para la adoración que David lideró en 1 Crónicas 16.

Salmo 136:1: "Alabado al Señor, porque él es bueno, porque su amabilidad dura para siempre". Este salmo es un himno de alabanza que repite la frase varias veces "porque su amabilidad dura para siempre", que puede estar relacionada con la celebración de la instalación del arca de la alianza en 1 Crónicas 16.

Salmo 30:4: "Canta alabanza al Señor, tú que eres tus santos, y das gracias a tu santo nombre". Este versículo habla de la importancia de dar gracias a Dios y alabarlo por sus obras, que es relevante para la adoración que David lideró en 1 Crónicas 16.





“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina