Katolinen Raamattu
 

Salmos, 40

7. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído,

Aiheeseen liittyvät säkeet Salmos, 40:

El Salmo 40 es una expresión de confianza en Dios y la gratitud por su ayuda en tiempos difíciles. Comienza con David hablando sobre cómo Dios lo sacó de un "pozo de destrucción" y colocó los pies en una roca firme. Luego alaba a Dios por sus bendiciones y misericordia, pidiéndole que continúe siendo su ayudante y liberador. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en el Salmo 40:

Salmo 37:23-24: "El Señor establece los pasos de un hombre, cuando su conducta le agrada; incluso si tropieza, no caerá, porque el Señor lo toma de la mano". Este versículo habla sobre cómo Dios cuida a quienes lo siguen y cómo los protege y los ayuda en tiempos difíciles.

Salmo 46:1: "Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, ayuda siempre presente en la adversidad". Este verso es una expresión de confianza en Dios y la seguridad que ofrece.

Salmo 118:5: "En mi angustia lloro al Señor, el Señor me escuchó y me salvó". Este versículo habla sobre cómo Dios responde a las oraciones y ayuda a sus seguidores en tiempos de necesidad.

Isaías 41:10: "No tengas miedo, porque estoy contigo, no te persigas, porque yo soy tu Dios; te fortalezco y te ayudo, y te apoyo con mi fiel mano derecha". Este versículo es otra expresión de confianza en Dios y cómo ayuda y sostiene a sus seguidores.

Filipenses 4:6-7: "No estás inquieto para nada; antes de que tus peticiones sean conocidas ante Dios por oración y súplica con el Día de Acción de Gracias; y la paz de Dios, que excede toda comprensión, mantendrá sus corazones y tus pensamientos en Cristo Jesus. " Este versículo habla sobre la importancia de la oración y la gratitud, y cómo esto puede traer paz y consuelo en tiempos difíciles.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina