Judit, 15
6. En cuanto a los demás habitantes de Betulia, cayeron sobre el campamento asirio, le saquearon y obtuvieron grandes riquezas.
6. En cuanto a los demás habitantes de Betulia, cayeron sobre el campamento asirio, le saquearon y obtuvieron grandes riquezas.
Judite 15 narra la victoria de Judith sobre el ejército asirio dirigido por Holofernes. Ella puede decapitar a Holofernes mientras él dormía, causando la desorganización del ejército enemigo y su posterior derrota por los israelitas dirigidos por Ozias. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Judite 15:
Jueces 4:21: "Entonces Jael, la esposa de Héber, recogió un martillo de su mano, y se quedó en silencio con Sisera, y cayó su estaca en su cabeza y lo predicó al suelo mientras estaba profundamente inactivo con el cansancio. fallecido. " Justo cuando Jael logró matar a Sisera, un general enemigo, mientras dormía, Judite logra decapitar Holofernes, el líder del ejército asirio, mientras dormía.
Éxodo 15:3: "El Señor es un guerrero; el Señor es su nombre". La victoria de Judite es otra demostración del poder de Dios como guerrero y protector de su pueblo.
Salmo 68:1: "Dios se levanta, sus enemigos están dispersos y sus oponentes huyen ante él". Este versículo describe la victoria de Dios sobre sus enemigos, que es similar a la victoria de Judite sobre Holofernes y el ejército asirio.
Isaías 41:10: "No tengas miedo, porque estoy contigo; no te aterrorices, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi victoriosa mano derecha". Judite puede haber encontrado coraje y fuerza para enfrentar al ejército asirio sabiendo que Dios estaba con ella y la ayudaría a ganar.
Joshua 1:9: "¿No te ordené que seas fuerte y valiente? No tengas miedo o más allá, porque el Señor, tu Dios, estará contigo donde quiera que vayas". Este versículo alienta a Joshua a llevar a la gente de Israel a la tierra prometida y puede haber servido como inspiración para Judite, quien llevó a su pueblo a la victoria contra los asirios.
“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina
