Eclesiastés, 8

La Biblia de Jerusalén

1 ¿Quién como el sabio? ¿Quién otro sabe explicar una cosa? La sabiduría del hombre hace brillar su rostro, y sus facciones severas transfigura.

2 Aténte al dictado del rey, y por causa del juramento divino

3 no te apresures a irte de su presencia; no te mezcles en conspiración, pues todo cuanto le plazca puede hacerlo,

4 ya que la palabra regia es soberana, y ¿quién va a decirle: Qué haces?

5 Quien se atiene al mandamiento, no sabe de conspiraciones. Y el corazón del sabio sabe el cuándo y el cómo.

6 Porque todo asunto tiene su cuándo y su cómo. Pues es grande el peligro que acecha al hombre,

7 ya que éste ignora lo que está por venir, pues lo que está por venir, ¿quién va a anunciárselo?

8 No es el hombre señor del viento para domeñar al viento. Tampoco hay señorío sobre el día de la muerte, ni hay evasión en la agonía, ni libra la maldad a sus autores.

9 Todo esto tengo visto al aplicar mi corazón a cuanto pasa bajo el sol, cuando el hombre domina en el hombre para causarle el mal.

10 Por ejemplo, he visto a gente mala llevada a la tumba. Partieron del Lugar Santo, y se dio al olvido en la ciudad que hubiesen obrado de aquel modo. ¡Otro absurdo!:

11 que no se ejecute en seguida la sentencia de la conducta del malo, con lo que el corazón de los humanos se llena de ganas de hacer el mal;

12 que el pecador haga el mal veces ciento, y se le den largas. Pues yo tenía entendido que les va bien a los temerosos de Dios, a aquellos que ante su rostro temen,

13 y que no le va bien al malvado, ni alargará sus días como sombra el que no teme ante el rostro de Dios.

14 Pues bien, un absurdo se da en la tierra: Hay justos a quienes les sucede cual corresponde a las obras de los malos, y malos a quienes sucede cual corresponde a las obras de los buenos. Digo que este es otro absurdo.

15 Y yo por mí alabo la alegría, ya que otra coasa buena no existe para el hombre bajo el sol, si no es comer, beber y divertirse; y eso es lo que le acompaña en sus fatigas en los días de vida que Dios le hubiera dado bajo el sol.

16 Cuanto más apliqué mi corazón a estudiar la sabiduría y a contemplar el ajetreo que se da sobre la tierra - pues ni de día ni de noche concilian los ojos el sueño -

17 fui viendo que el ser humano no puede descubrir todas las obras de Dios, las obras que se realizan bajo el sol. Por más que se afane el hombre en buscar, nada descubre, y el mismo sabio, aunque diga saberlo, no es capaz de descubrirlo.




Versículos relacionados com Eclesiastés, 8:

En el Capítulo 8 de Eclesiastés, el autor reflexiona sobre la justicia y la sabiduría humana frente al poder de los gobernantes. Señala que la justicia no siempre se hace de inmediato, y que a menudo los malvados prosperan como los justos sufren. Además, destaca la importancia de la obediencia a las autoridades constituidas, aunque reconoce que esto no siempre es fácil. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas:

Proverbios 21:1: "El corazón del rey es como un riberado controlado por el Señor; él lo dirige donde quiera". Este versículo apunta a la idea de que aunque los gobernantes humanos tienen poder, es Dios quien controla sus corazones y dirige sus formas. Esto puede ser reconfortante para aquellos que se sienten impotentes ante las autoridades.

Salmo 72:1-2: "Oh Dios, otorgue al Rey tus juicios y tu justicia al Hijo del Rey. Él gobernará a tu pueblo con justicia y tu necesidad de justicia". Este salmo dice una oración por un gobernante justo que gobierna sabiamente y justicia. Puede ser un estímulo para aquellos que desean líderes intactos y justos.

Romanos 13:1-2: "Cada persona está sujeta a las autoridades superiores; porque no hay autoridad que no viene de Dios; y los que existen fueron ordenados por Dios. Por lo tanto, quién se opone a la autoridad resiste la ordenación de Dios; quienes resisten traerán la condena sobre sí mismos ". Este extracto de la carta de Pablo a los romanos destaca la importancia de la obediencia a las autoridades constituidas, incluso si no son perfectas. El autor de Eclesiastés también enfatiza esta idea.

Isaías 1:23: "Sus líderes son rebeldes, compañeros de ladrones; todos aman el soborno y corren tras regalos. No defienden el derecho de los huérfanos, y la causa de la viuda no viene ante ellos". Este versículo critica a los líderes corruptos que no hacen justicia y se preocupan solo por enriquecer. Esta crítica está en línea con el reflejo del autor de Eclesiastés sobre injusticia e impunidad.

Isaías 40:15: "He aquí, las naciones son como una gota de agua que cae de un balde, y como un grano de polvo en el equilibrio; las islas son como polvo delgado que se eleva". Este versículo puede verse como un recordatorio de la pequeñez humana ante el poder de Dios. Aunque los gobernantes pueden parecer poderosos, su importancia es mínima frente a la grandeza divina.


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