Salmos, 104
35. Que los pecadores desaparezcan de la tierra y los malvados ya no existan más. ¡Bendice al Señor, alma mía! ¡Aleluya!
35. Que los pecadores desaparezcan de la tierra y los malvados ya no existan más. ¡Bendice al Señor, alma mía! ¡Aleluya!
El Salmo 104 es un himno de alabanza a Dios por su creación y providencia continua en el apoyo del universo y la vida humana. El salmista ensalza la grandeza, el poder y la sabiduría del creador, que hizo todo con propósito y belleza. Los siguientes versos son ejemplos de otros extractos bíblicos que tratan los temas presentes en este salmo:
Salmo 19:1 - "Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos". Este versículo destaca la grandeza y la belleza de la creación, así como la naturaleza de la naturaleza para revelar la gloria de Dios.
Mateo 6:26 - "Observe los pájaros del cielo: no sembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre Celestial los alimenta. ¿No tienes mucho más valor que ellos?" Jesús enseña que Dios, que creó y sostiene la naturaleza, también cuida y proporciona las necesidades humanas.
Colosenses 1:16-17 - "Porque todas las cosas fueron creadas en él en el cielo y la tierra, lo visible y lo invisible, ya sean tronos o soberanías, poderes o autoridades; todas las cosas fueron creadas por él y para él. cosas, y en eso todo subsiste ". Este versículo refuerza la idea de que todas las cosas fueron creadas por Dios con un propósito y que él es el Señor y el sostenedor de todo.
Génesis 1:31 - "Dios vio todo lo que había hecho, y todo había sido muy bueno. La tarde y la mañana pasaban; este era el sexto día". Este versículo enfatiza que después de crear todo, Dios vio que era muy bueno. Esto muestra satisfacción divina con su trabajo.
Salmo 139:14 - "Te alaba porque me has hecho de una manera especial y admirable. ¡Tus obras son maravillosas! Digo esto con convicción". Este versículo señala que Dios creó a cada persona de manera única y con valor invaluable. Nos creó con propósito y amor.
“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina
