1. ¡Ay de los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche! Al despuntar el día, lo realizan, porque tienen el poder en su mano.

2. Codician campos y los arrebatan, casas, y se apoderan de ellas; oprimen al dueño y a su casa, al propietario y a su herencia.

3. Por eso, así habla el Señor: Yo proyecto contra esta gente una desgracia tal que ustedes no podrán apartar el cuello, ni andar con la cabeza erguida, porque será un tiempo de desgracia.

4. Aquel día, se proferirá contra ustedes una sátira y se entonará esta lamentación: "Hemos sido completamente devastados; ¡se transfiere a otros la parte de mi pueblo! ¿Cómo me la quita a mí y reparte nuestros campos al que nos lleva cautivos?".

5. Por eso, no tendrás a nadie que arroje la cuerda para medirte un lote, en la asamblea del Señor.

6. "¡No vaticinen! -vaticinan ellos-. No hagan estos vaticinios: ¡El oprobio no se alejará!

7. ¿Acaso ha sido maldecida la casa de Jacob? ¿Se ha agotado la paciencia del Señor? ¿Es esa su manera de obrar? ¿No habla con benevolencia al que camina con rectitud?".

8. Desde hace tiempo, mi pueblo se erige en enemigo; ustedes arrancan el manto de encima de la ropa a los que pasan confiados, al volver de la guerra.

9. Echan de sus casas amadas a las mujeres de mi pueblo, a sus niños los privan para siempre de mi honor.

10. ¡Levántense y caminen, este no es un lugar de reposo! A causa de la impureza, tú provocas la destrucción, y la destrucción será cruel.

11. Si apareciera un hombre que corre tras el viento y propala esta mentira: "¡Yo te vaticino vino y licor!", ese sí sería el profeta de este pueblo.

12. Sí, yo voy a reunir a todo Jacob, voy a congregar al resto de Israel; los juntaré como a ovejas en un corral, como a un rebaño en medio de su pastizal: ¡será una ruidosa multitud de hombres!

13. El que abre camino sube a la vanguardia, los demás se abren camino, franquean la puerta y salen por ella: ¡su rey pasa al frente de ellos, el Señor marcha a la cabeza!





“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina