Levítico, 26
29. Comerán la carne de sus hijos y de sus hijas,
29. Comerán la carne de sus hijos y de sus hijas,
El Capítulo 26 del Libro de Levítico trata las bendiciones y maldiciones que Dios prometió al pueblo de Israel, dependiendo de si obedecerían o no sus leyes y mandamientos. Los versos seleccionados son los siguientes:
Deuteronomio 30:19-20: "Los cielos y la tierra que tomo, hoy, por testigos contra ti, que lo pusieron ante tu vida y muerte, bendición y maldición; tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando a su voz y encontrarte para él; porque él es tu vida y tu longevidad ". Este versículo enfatiza la elección de que el pueblo de Israel tiene que elegir la vida y la bendición, obedeciendo a Dios, en lugar de elegir la muerte y la maldición, desobedecer a Dios.
Deuteronomio 7:9: "Sabrás que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que mantiene el concierto y la misericordia a mil generaciones para quienes lo aman y mantienen sus mandamientos". Este versículo destaca la fidelidad de Dios para mantener su pacto con quienes lo aman y obedecen sus mandamientos.
Deuteronomio 28:1: "Y si escuchas la voz del Señor, tu Dios, teniendo cuidado de mantener todos tus mandamientos que te ordeno hoy, el Señor, tu Dios, te exaltará sobre todas las naciones de la tierra". Este versículo promete la bendición y exaltación para aquellos que escuchan la voz de Dios y obedecen sus mandamientos.
Salmo 81:13-14: "¡Oh, si mi gente me escuchó! ¡Si Israel estaba en mi camino! Este versículo destaca la importancia de escuchar la voz de Dios y seguir sus caminos, prometiendo protección contra enemigos y oponentes.
Jeremías 31:33: "Pero este es el concierto que haré con la casa de Israel después de esos días, dice el Señor, pondré mi ley adentro y la escribiré en su corazón; y seré tu Dios y ellos y ellos será mi gente ". Este versículo habla de la promesa de Dios de escribir su ley en el corazón del pueblo de Israel, destacando la importancia de la obediencia a Dios de adentro hacia afuera.
“Cada Missa lhe obtém um grau mais alto de gloria no Céu!” São Padre Pio de Pietrelcina
