I Reyes, 8
31. Cuando un hombre peque contra su prójimo, si se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación ante tu altar, en esta Casa,
31. Cuando un hombre peque contra su prójimo, si se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación ante tu altar, en esta Casa,
“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina