Löydetty 271 Tulokset: vuestras
Esto dice el Señor: No vayáis a luchar con vuestros hermanos, los israelitas. Volveos a vuestras casas, pues esto ha sucedido porque yo lo he querido". Ellos obedecieron la voz del Señor, y se volvieron, como lo ordenaba el Señor. (I Reyes 12, 24)
porque el Señor dice: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle se henchirá de agua, de modo que podáis beber vosotros, vuestros ganados y vuestras bestias de tiro. (II Reyes 3, 17)
Y aun esto es poco para el Señor: él entregará a Moab en vuestras manos. (II Reyes 3, 18)
Esto dice el Señor: No vayáis a luchar contra vuestros hermanos; volveos a vuestras casas, pues esto ha sucedido porque yo lo he querido". Ellos obedecieron la voz del Señor, y se volvieron sin luchar contra Jeroboán. (II Crónicas 11, 4)
Pero vosotros sed fuertes y no desfallezcáis, porque vuestras obras tendrán su recompensa". (II Crónicas 15, 7)
Se presentó al rey, y el rey le dijo: "Miqueas, ¿debemos atacar a Ramot de Galaad o no?". Él respondió: "Atacadla y triunfaréis, pues el Señor la pondrá en vuestras manos". (II Crónicas 18, 14)
Había allí un profeta del Señor, llamado Obed, que salió al encuentro del ejército que regresaba a Samaría, y les dijo: "El Señor, Dios de nuestros padres, en su ira contra los de Judá los ha entregado en vuestras manos; pero vosotros los habéis matado con furor tal, que ha subido hasta el cielo. (II Crónicas 28, 9)
No seáis de cabeza dura como vuestros padres. Tended vuestras manos al Señor y venid al santuario que él ha santificado para siempre. Servid al Señor, Dios vuestro, y el furor de su ira se apartará de vosotros. (II Crónicas 30, 8)
Por tanto, no caséis a vuestras hijas con sus hijos, ni a vuestros hijos con sus hijas; no procuréis su paz ni su prosperidad, con el fin de que podáis haceros fuertes vosotros, gozar de los bienes de este país y dejarlos en herencia a vuestros hijos para siempre. (Esdras 9, 12)
Lo inspeccioné todo, me puse en pie y dije a los nobles, a los prefectos y al resto del pueblo: "¡No les tengáis miedo. Pensad en el Señor, grande y terrible, y luchad por vuestros hermanos, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas!". (Nehemías 4, 8)
Yo los reprendí, los maldije, hice azotar a algunos de ellos, les arranqué los cabellos y les hice jurar en el nombre de Dios: "No caséis a vuestras hijas con extranjeros, y vosotros y vuestros hijos no os caséis con extranjeras. (Nehemías 13, 25)
Me acordé de las palabras del profeta Amós, hablando de Betel: "Vuestras fiestas se cambiarán en luto, y vuestros cantos de gozo en lamentaciones". Y lloré. (Tobías 2, 6)