Löydetty 428 Tulokset: viaje en el desierto

  • Se oía el ruido de una multitud gozosa. Hombres venidos del desierto pusieron brazaletes en sus manos y una corona magnífica en su cabeza. (Ezequiel 23, 42)

  • esto dice el Señor Dios: Extenderé mi mano contra Edón, exterminaré de ella hombres y animales y la reduciré a un desierto. Desde Temán a Dedán caerán a espada. (Ezequiel 25, 13)

  • Pues esto dice el Señor Dios: Cuando te haya reducido a un desierto, como las ciudades ya no habitadas, y se abalance sobre ti el océano y las aguas en masa te cubran, (Ezequiel 26, 19)

  • Te arrojaré al desierto a ti y a todos los peces de tus Nilos. Caerás en campo abierto, no serás recogido ni enterrado; a las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregaré como pasto, (Ezequiel 29, 5)

  • yo me declaro contra ti y contra tus Nilos. Haré de Egipto un desierto desolado, desde Migdol a Siene y hasta la frontera de Etiopía. (Ezequiel 29, 10)

  • Quedarán como un desierto entre tierras asoladas, sus ciudades serán del número de las ciudades desiertas. (Ezequiel 30, 7)

  • Y sabrán que yo soy el Señor, cuando haya convertido el país en un desierto desolado por todas las acciones detestables que han cometido. (Ezequiel 33, 29)

  • Haré con ellos un pacto de paz y exterminaré del país las bestias feroces; morarán tranquilos hasta en el desierto y reposarán en los bosques. (Ezequiel 34, 25)

  • Dirás: Esto dice el Señor: Aquí estoy contra ti, montaña de Seír; extenderé mi mano contra ti y te reduciré a un desierto desolado; (Ezequiel 35, 3)

  • Haré de los montes de Seír una desolación, un desierto, y extirparé de allí a todo el que circula. (Ezequiel 35, 7)

  • De lo contrario, la dejaré desnuda, como el día en que nació; la dejaré como un desierto, la reduciré a tierra seca y la haré morir de sed. (Oseas 2, 5)

  • Pero yo la atraeré y la guiaré al desierto, donde hablaré a su corazón. (Oseas 2, 16)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina