Löydetty 349 Tulokset: tribu de Manasés

  • de la tribu de Dan, 28.600 hombres en orden de batalla; (I Crónicas 12, 36)

  • de la tribu de Aser, 40.000 hombres de guerra, prontos a combatir; (I Crónicas 12, 37)

  • de Transjordania, de la tribu de Rubén, Gad y la otra media de Manasés, 120.000 hombres perfectamente equipados para la guerra. (I Crónicas 12, 38)

  • La orden del rey había desagradado tanto a Joab, que no hizo el censo de la tribu de Leví y Benjamín. (I Crónicas 21, 6)

  • Moisés fue un hombre de Dios, y sus hijos fueron computados con la tribu de Leví. (I Crónicas 23, 14)

  • El rey David nombró a 2.700 hermanos de Yerías, hombres valerosos y jefes de familias, como inspectores de las tribus de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés, en todos los asuntos referentes a Dios y al rey. (I Crónicas 26, 32)

  • de Efraín, Oseas, hijo de Azarías; de la media tribu de Manasés, Joel, hijo de Pedayas; (I Crónicas 27, 20)

  • de la media tribu de Manasés en Galaad, Yidón, hijo de Zacarías; de Benjamín, Yasiel, hijo de Abner; (I Crónicas 27, 21)

  • David convocó en Jerusalén a todos los jefes de Israel; jefes de tribu, jefes de las divisiones al servicio del rey, oficiales de millares y centurias, superintendentes de la hacienda, ganadería e hijos del rey, eunucos y héroes, todo el personal de valía. (I Crónicas 28, 1)

  • Convocó a todo Judá y Benjamín, y a los de Efraín, Manasés y Simeón, que habitaban entre ellos, pues muchos de los de Israel se habían pasado al lado de Asá al ver que el Señor, su Dios, estaba con él. (II Crónicas 15, 9)

  • Ezequías mandó mensajeros por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y Manasés para que vinieran al templo del Señor, a Jerusalén, a celebrar la pascua en honor del Señor, Dios de Israel. (II Crónicas 30, 1)

  • Los correos recorrieron ciudad tras ciudad la tierra de Efraín y Manasés, llegando hasta Zabulón; pero las gentes se reían y se burlaban de ellos. (II Crónicas 30, 10)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina